A veces cuesta empezar a escribir una historia...la página en blanco intimida mucho. Demasiadas posibilidades y muchos caminos que tomar... Y algunos no llevan a ninguna parte, pero sin recorrerlos no te das cuenta de que debes ir un poco atrás y tomar una decisión distinta. Todo esto abruma.
Creo que lo mejor es escribir algo, cualquier cosa. Le das una frase a un personaje, y se te ocurre una respuesta de su interlocutor, y encuentras otra frase, y ves que no funciona. Modificas un poco la idea, cambias cosas y de repente las cosas empiezan a encajar casi solas. Y te viene una imagen a la cabeza o una sensación, una idea mejor, y otra y otra detrás y otra que te complementa a la segunda y arregla la primera, y pronto es como si no pensarás, como si las palabras estuvieran ahí esperando a ser escritas. No es como imaginar, se parece más bien a recordar algo. Te encuentras de nuevo abrumado, pero esta vez porque te faltan manos y papel para llevar el ritmo que lleva tu mente produciendo ideas y enlazandolas.
Es por eso que recomiendo empezar a escribir cualquier cosa, al final probablemente descartes lo primero que escribiste, pero debes pasar por ahí para encontrar mejores caminos y pulir la joyita que en todo este proceso va apareciendo entre lineas.
Así empecé a escribir el corto "My little world" (que al principio no se iba a llamar así). Una anécdota con unas hojas en la calle, en pleno otoño de 2009, desató al instante en mi una idea que no sabía de donde salía, pero me gustaba... Un personaje claro. Rapidamente imaginé sin darme cuenta varias situaciones, imagenes que me bombardeaban. Al llegar a casa tomé nota de todo lo que recordaba, esbocé (como pude ^^) al personaje y me di cuenta que literalmente quería conocerle más. Como si existiera en algún lugar desde antes de yo haberlo pensado, como si ya tuviera una vida anterior independiebtemente de mi mente, y quería saber como era. Empecé a definirlo y crearle ese pasado y una personalidad a partir de sus experiéncias y cultura.